Ya sabéis al tipo de personaje al que hago referencia, seguro que conocéis un montón de ellos... si es que crecen masivamente por los rincones de todos lados, como los champiñones.
Es gracioso como ante la certeza de un hecho más que evidente, tienen el santo valor de negártelo una y otra vez hasta rozar lo patético. Y es que las personas cínicas tienen eso: no sólo te niegan la evidencia, ¡es que lo hacen de un modo tan indignante e insultante!... tratándote como si fueras ciego o gilipollas, en el peor de los casos.
Después de un tiempo, preferí optar por echar de mi vida a ese tipo de gente en lugar de darles nuevas oportunidades (ya no sólo porque no me aportan nada bueno, también para evitar emponzoñar mi camino, mi tiempo, mi visión de la vida y de las cosas; necesito que mi mirada hacia el mundo siga siendo limpia, porque quiero seguir siendo constructiva).
¡Me entra un coraje cuando alguien destila su cinismo en mi presencia! Más que nada, porque una se puede hacer un poco la sueca o la ingenua y está quedándose completamente con la copla de principio a fin, y no por no pronunciarse una es tonta, ¿verdad?. Pero si calas a esa gente y pones su plan patas arriba, lo niegan, lo niegan y lo niegan hasta la saciedad y para hacerte sentir mal por descubrir su conducta, recurren a la filosofía barata, a los reproches sin sentido y a los chantajes emocionales gratuitos... por suerte, aprendí que lo más aconsejable en estos casos, es pasarme la palabrería coactiva por un sitio donde no me da el sol. Pero a veces, no puedo mantenerme pasiva y sin "revelarme" ante esos gestos; si lo hiciese, estaría asumiendo, tolerando y finalmente aceptando, que el cinismo entrase y formase parte de mi vida... y no estoy dispuesta a darle paso, venga de quien venga.
Por mí como si esa gente vende la moto, el burro, el duro a cuatro pesetas, o el elefante… mientras no lo compre yo, todo perfecto. Yo, aunque guarde silencio -es mi estrategia de observación-, sé más de lo que digo y digo menos de lo que sé, pero cuando comento o hablo, es porque algo no me cuadra (mi frase) de ninguna de las maneras, o al contrario; todo acaba encajando (los que me conocéis un poquito, sabéis que esto es cierto).