sábado, 29 de mayo de 2010

Bla bla bla

Como me pasa en ocasiones, he tenido unas semanas que me he mantenido prácticamente en silencio, escuchando a la gente en general y en concreto también. Hoy me tomé un café improvisado con una conocida, echándonos unas risas y comentando un tema que yo suelo pasarme por donde no me da el sol, pero que me hace gracia escuchar en los demás: La gente y las imposiciones sociales.
Mi mente iba a mil por hora, hasta que he dado mi opinión al respecto:
Muchas de mis compañeras de la EGB tienen ya hijos y están casadas. Y como es costumbre cuando me las encuentro, sólo me preguntan tres cosas: si tengo niños, si estoy casada o si tengo novio... ¡cómo si esos fuesen los únicos alicientes en la vida!. Hay quien en lugar de preguntar, te indaga y te pide explicaciones -jajajaj- y tampoco se trata de justificarse de nada y menos aún ante gente que quizás ni vuelvas a ver. Yo disfruto sólo con pensar que puedo escandalizarles, y algunas veces me siento tentada a soltarles irónicamente alguna de mis perlas verbales... hasta podría llegar a exagerar con el fin de dejarles más de piedra aún. Pero cuando se da la "preguntadera", me limito a sonreír. A veces, la incertidumbre del silencio es la peor respuesta... o en según qué casos, la mejor. Me gusta que la gente se pierda en la ambigüedad de la intriga.
Pero hoy, que estamos en confianza y nadie de vosotros me ha preguntado, sí voy a responder; tengo dos niñas -mis sobrinas- a tiempo parcial (cosa muy inteligente y poco estresante), no estoy casada pero sí cansada de esas preguntas tan básicas (¿me tendría que ir la vida en tener una alianza en el dedo? sigo dándole vueltas y no le encuentro sentido), y por supuesto; no tengo novio, tengo novia. Y como digo siempre: el que quiera saber, que se compre un libro... es así de simple.
No pienso regirme por relojes biológicos o sociales: yo me casaré o tendré hijos -o ambas cosas- cuando yo quiera o pueda, cuando me vaya bien, o cuando sea el momento. Y por supuesto, si llego a casarme, lo haré con quien a mí me dé la gana, ¡faltaría más!. No me siento menos persona o menos realizada como tal, por no haber prometido amor eterno sobre un papel o no tener hijos... aún. No comprendo por qué se supone que debería sentirme vacía o incompleta por no sentir la necesidad de tener a alguien a mi lado sólo por satisfacer mis inquietudes, mis necesidades, o erradicar un posible temor a la soledad; tener pareja es para mí una cuestión de amor y crecimiento personal conjunto, no de utilitarismo. No me comparo con los demás, es por eso que no me siento inferior, y tampoco me proyecto en nadie (siendo así no hay expectativas ni exigencias). Como es comprensible, no espero que alguien me salve de lo que me pudiera desagradar de mi vida; primero, porque como he dicho, soy capaz y responsable de cambiar lo que no me gusta, y segundo, que no estoy en peligro como para que alguien venga a salvarme de nada.
¡Ah, por cierto! Soy feliz tal y como soy, me gusta ser así... y lo que opine de mí gente que apenas ni me conoce, me importa un pepino por no decir una mierda. Yo tengo la costumbre desde hace mucho, de elegir mi propio rumbo... y es que no soy ninguna víctima de la sociedad, ni voy a serlo: sólo yo soy responsable de mi vida, y tomaré las decisiones que crea convenientes para prosperar, y no pienso delegar ni ceder ese poder sobre mi persona; quiero ser libre para elegir lo que es mejor para mí y poder asumir el riesgo de equivocarme, le guste o no a quien sea.
Me parece bien y respeto que haya gente que se guíe por las grandes directrices de la sociedad, pero no me parece bien que se tomen como las únicas aceptables o correctas. A mí no me van ni las mayorías ni las minorías, y no me considero un bicho raro por no seguir ningún camino impuesto. Creo que la diversidad sólo se respeta de boquilla... a estas alturas de la vida, eso empezaría a tocarme la moral -tanta falsedad e hipocresía- si no fuese porque aprendí a pasar de casi todo y casi todos.
Para esas personas aburridas que están como las aves carroñeras al acecho de alguna información con la que despellejar a alguien, sólo desearles que aprendan a focalizar su energía hacia sus propias vidas, hecho que cuando se consigue, es algo increíblemente productivo.