
Dejé de vivir en Alicante, y dejé de ver al salir cada día a la calle, mi castillo sobre el cerro (esa señal que me decía que había logrado cambiar mi vida y dirigirla hacia algo bueno... o como mínimo, hacia algo que por fin había elegido yo).
Dejé de pasear por la Explanada y de poder disfrutar de la compañía de tres de mis mejores amigos y compartir con ellos todos los días. Dejé el buen clima y las playas alicantinas...
Hoy ya se cumple un año de mis ganas de volver a casa -a pesar de ser catalana-, de seguir mi vida (ciertos aspectos que dejé aparcados), y retomar ese deseo y ese proyecto de mi vuelta, sin dejar nada atrás como hace tiempo.
Hace un año que mi vida volvió a dar un vuelco... y volví a Barcelona.