sábado, 7 de agosto de 2010

Amores raros en LHDP (I)

El amor es un elemento común en todas las producciones televisivas que se precien; Amores imposibles y amores improbables (ja!), amores pasionales y amores dulces, amores para siempre y amores fugaces, amores inevitables… incluso amores adolescentes, que son los que más venden entre la juventud -es lógico- y los que los crean, lo saben.
Y es que muchas de las niñas de hoy en día, dan la impresión de querer un amor (por decir algo) que las haga sufrir mucho, probar varios a la vez -y cuantos más mejor- antes de dar con el definitivo que las haga sentirse princesas y las lleve al altar; ser muy puta para luego ir de blanco virginal, vamos. Y es que claro, su visión del amor depende del espejo en que se miran: y si se toma de referencia varias series españolas, no hay mucho donde poder elegir: muchas se ajustarían a querer ser Sara Miranda (Los hombres de Paco), para tener detrás a dos tíos guapos y dejar tirado a uno de ellos en el último momento. Otras incluso querrían ser alumnas -de apariencia ingenua- de un Internado elitista y tener de uniforme una faldita de cuadros, y otras incluso se verían reflejadas en esa cosa horrible -y sin entrar en detalles- llamada Física o Química... Y para ellas, la televisión crea esos amoríos extraños, complicados e inverosímiles.

Es por eso que me llamó tanto la atención la relación de amor entre Rita y Gonzalo en “Los Hombres de Paco”: un amor tan distinto, tan inexplorado por la pequeña pantalla… basado en unos valores totalmente opuestos a los que estoy resignada, tan cansada, y tan harta de ver en la televisión.

Rita fue un personaje entrañable, un personaje muy humano que tuvimos oportunidad de descubrir gracias al guión y al trabajo de la actriz, Neus Sanz, quien hizo crecer y evolucionar con mimo al personaje cuidando su esencia. Y es que la mayoría de las mujeres de este mundo, nos parecemos más a Rita que a ninguna otra de sus compañeras de trabajo; porque muchas de nosotras, compartimos algunos de sus temores: el miedo a que inconscientemente se nos haya pasado el tiempo útil, el miedo a que nuestra pareja no nos encuentre atractivas, miedo a la soledad, al abandono…

Aitor Luna dio vida a Gonzalo, la perfección hecha policia; responsable, en apariencia algo arrogante y frustrado en el fondo, obligado por las etiquetas a estar siempre con las de su especie; las más guapas. Me divertían y me encantaban las escenas en las que se veía doblegado bajo el influjo de la personalidad y del encanto de Rita que, mediante su naturalidad y su espontaneidad, consiguió ponerlo entre la espada y la pared en más de una ocasión, todo para regalarnos esos momentos de risa y disfrute al espectador. Tras eso, ambos iban haciéndonos evolucionar muy lentamente, desde la carcajada a la sonrisa, y de la sonrisa a la ternura… hasta que finalmente llegaron a estar juntos.

No quería creerlo, pero es cierto: la TV española no está preparada para ciertas cosas: ¡¡por favor!!... ¿¿Cómo Gonzalo, después de dos pivones como Ruth y Silvia, osa fijarse y darse una oportunidad con una mujer normal como Rita? Señores, ¿¡pero qué gilipollez es esa!?. La tele es así: tiene que ser todo perfecto y ordenado: tíos buenos con tías buenas y feos con feas, porque si no, todos sabemos que a esas parejas televisivas que salen de ese canon les queda un telediario: los separan, los joden o los matan (este último caso, es el de Gonzalo). Sí señores, ¡qué adelantados vamos en este país!... ¡¡LOS COJONES!!.

Por eso, me indignó muchísimo el final que le dieron a esta historia. No lo merecía; porque -en mi parecer- aún tenían muchas cosas que contar, mucho que transmitir, porque su historia era distinta y porque me gustaría que las niñas de hoy en día vean que hay más espejos para mirarse que el de niña calentona que juega a ser mayor y luego huye de las responsabilidades que supone la madurez.

¿¡Por qué estoy tan indignada!?... si os pasárais por los foros de LHDP, veríais que fue y es algo general en los seguidores de esta serie. Yo, tengo mis razones, no creáis: al igual que Rita, yo también creo en los amores raros, porque en el fondo y a nuestra manera (por A o por B) todos somos un poco raros. Y porque me encantaba esta serie, porque alguien desde un despacho de Antena 3 tuvo la genial idea de dinamitarla y destrozarla vilmente, porque me siento timada… y porque desde hace un año, comencé a plantearme el no volver a ver ninguna serie española si su productora es Globomedia; estoy muy cansada de su falta de creatividad y de su visión retrógrada, machista, superficial y asquerosa.