domingo, 1 de agosto de 2010

Vivir

Cuando hablo de mi vida en sí, hago referencia a la vida en sus dos aspectos que a lo largo de mi existencia se van alternando y enfrentando entre sí con el único fin de ocupar el pedestal de mi mente, ya que el aspecto triunfante será en todo momento el que regirá todas las sensaciones que experimenta mi persona ante mi entorno: mi estado de ánimo, mis sentimientos, mis palabras y silencios e incluso, mis pensamientos más recónditos.

Para mí, esas dos vertientes son la felicidad y la tristeza, dos palabras aparentemente vacías de contenido y a la vez, un tesoro de significados. La felicidad es ese estado de mi mente y de mi espíritu que me hace ver lo positivo de la vida, que me envía el mensaje de que todo está bien tal y como está, incluso me provoca el sentirme bien conmigo misma. Pero por fortuna o por desgracia, no siempre sale vencedora de continua batalla con la tristeza. Ésta, es la otra vertiente de la vida que desencadena en mí una serie de sensaciones -no diré opuestas al no estar segura de ello- diferentes, incluso se podría decir complementarias, porque lo que llamamos tristeza en absoluto creo que sea negativo, sino más bien realista, debido a que es lo que está al acecho cuando me surge un problema y me hace reflexionar hasta que logro encontrar una solución que me haga sentir bien, es decir, feliz. Es, por tanto, el camino de la meditación y sin ella, simplemente sería un ser sin remordimientos (esa señal que me queda en la mente cuando no he sabido encontrar una solución a un problema a su debido tiempo). En definitiva, creo que el hecho de que a lo largo de mi vida hayan surgido dificultades y contratiempos quizá sea de agradecer ya que es lo que me ha hecho madurar, al igual que al resto del mundo.

Con esto quiero decir que, para mí, una de las cosas que le da sentido a la vida es ser consciente de nuestros problemas y saber buscar el camino adecuado para afrontarlos y superarlos, que es lo necesario para disfrutar de nuestra existencia con el fin de aprender algo tan "sencillo" que todo el mundo llama vivir.