Hace ya un tiempo muchas personas me lo preguntaban… y verdaderamente, no sabía explicar el por qué Alicante me robó el corazón como ninguna otra ciudad lo hizo anteriormente. Porque también me encanta Barcelona, aquí nací, y me encanta su arquitectura, su color, su cultura, su gente… Pero siempre que explicaba lo agradable que me resultaba vivir en Alicante, enumeraba un sinfín de motivos y aún así, sentía que algo siempre quedaba en el tintero.
Llegué a Alicante tras una etapa de ruinas personales y emocionales, para empezar de cero. Eso fue lo mejor: no había ningún plan que seguir; era libre para hacer y vivir lo que pudiera o lo que me diera la gana, lejos de mi pasado y de todo lo que me hacía daño en aquel entonces… ¡BINGO! Tuve la suerte de poder llevarlo a cabo, y puse tierra de por medio, corté un cordón umbilical muy nocivo para mí y me dediqué a comenzar un nuevo día a día, lejos de todos y todo lo que conocía hasta aquel día. Y me tocó la lotería casi sin darme cuenta: encontré y conocí a mis grandes amigos (resultaron ser una familia para mí, de hecho siempre me han dado su apoyo y su cariño como si me conocieran de toda la vida; ellos y su gente). Mis amigos me enseñaron a reír y compartir de nuevo, y fueron partícipes de mis alegrías y de mis desdichas como yo de las suyas; es cuando me di cuenta que aunque la vida no resultaba ser lo que hubiese podido esperar, era feliz… por fin sentí que no estaba sola, por fin supe que había encontrado mi sitio (aunque fuese lejos de los míos), y por fin sentí que era capaz de cambiar las cosas que no me gustaban en mi vida aunque comportasen mucho esfuerzo y sacrificio. Y todas las noches cuando me asomaba a la ventana y veía el castillo de Santa Bárbara iluminado, veía el reflejo de cómo yo había podido mejorar mi vida sólo con proponérmelo.
Encontré la respuesta hablando con una amiga cierta tarde… ¿Qué por qué Alicante? Porque me sentí viva, porque fui libre, porque nadie de los que quiero profundamente, me hizo estar nunca a la defensiva, ni me cuestionó ni me juzgó en los 14 meses que viví allí... ni al principio ni a medida que me iban conociendo... me permitieron darme como persona a mi ritmo y libremente; potenciaron lo mejor de mí. Allí soy la persona que aquí siempre quise ser: tranquila, alegre, ilusionada y constructiva.
¿Por qué Alicante? Porque a pesar de todo este tiempo que ha pasado desde que me volví a Barcelona, no se me pasa esta nostalgia de volver porque sé y siento que allí sigue estando mi sitio… porque allí hay personas que me quieren.