viernes, 12 de noviembre de 2010

Donde quiero estar


El mes pasado apenas fui capaz de escribir, y es que estaba algo revuelta; quería expresar tanto de lo que pensaba y sentía, que sin pretenderlo me quedé en un rincón ordenando todas mis ideas. Estaba como un mar agitado sin saber qué era exactamente lo que me tenía así, sin poder compartir, escribir o pronunciarme. Quizás es que a veces me excedo en revoluciones dando vueltas a las cosas y necesito tomarme mi tiempo para bajar el ritmo al que, a veces, me va la cabeza para poder filtrar todo lo que genera mi mente y que a veces me desborda.
Y es que en todo este tiempo no me había dado cuenta, y he empezado a ser consciente; me sigue faltando algo. Precisamente me he dado cuenta de la carencia al pasarme por delante y preguntarme cómo no podía haberlo echado en falta antes de ese momento. Comenzaba a faltarme ilusión, que aunque cada día al levantarme valoro las cosas que sí tengo y la gente que me rodea de una forma física o espiritual, me faltaba sentirme con ese arrebato y esa pasión, esas ganas de volver a cambiar las cosas (me siento libre así, sabiendo que puedo cambiar mi vida en cualquier ámbito si se me antoja).

Hace tres días me invadió el desánimo cuando me asaltó un pensamiento, y es que hay cosas que no puedo ni podré cambiar por más que me deje la vida en ello, porque no todo sale como una quiere, y es que a veces no depende de una; si por mí fuese, constantemente me echaría el mundo a la espalda a modo de mochila y cargaría con todo (en mi caso, no es cuestión de miedo porque sé bien que soy muy capaz de eso y de mucho más porque ya lo he hecho), estaba siendo una cuestión de falta de ganas. Y desde ayer sin más y sin motivo aparente, me vuelvo a sentir motivada y quiero sentirme así por mucho tiempo más... Voy a ser paciente incluso conmigo misma; yo no sé cuánto tardaré en llegar donde quiero estar (y no sólo me refiero a un lugar geográfico), pero yo lo voy a intentar una, dos, tres, cien, mil veces si es necesario... y es que no concibo rendiciones a estas alturas y menos aún, sin haber emprendido de nuevo la marcha hacia dónde quiero llegar... y estar. No ceso de decirme que de un modo u otro, lo tengo que lograr.

El otro día tú me dijiste que hay cosas imposibles, y puede que estés en lo cierto, pero es que yo soy más de pensar como Henri Barbusse: "Es intentando lo imposible como se realiza lo posible". Porque nada venidero está escrito aún...
Yo sólo sé que en la vida, lo que merece verdaderamente la pena, no siempre se ha pintado accesible en un primer momento, y es que lo que anhelamos, muchas veces, requiere un gran esfuerzo (y también varios intentos). Son muchas las batallas, en apariencia, perdidas de antemano que se ganan cada día mediante el intento de doblegar el destino establecido que aguarda. Pero es que... ¿sabes? yo no creo en las vidas fáciles; no aportan nada. A mí lo imposible e inalcanzable siempre me ha resultado una de las cosas más misteriosas, motivadoras y atractivas del mundo.