Hay gente que es como un dulce... que sólo con aparecer en nuestra vida endulzan nuestros días y por más amarguras vividas, una sólo percibe el dulce que aportan, la ilusión, las ganas, el sosiego o las ansias...
Personas con las que se puede hablar de todo y con las que cualquier pequeña broma toma tal fuerza que es motivo de grandes carcajadas, que se les echa de menos cuando faltan o cuando se ausentan siquiera una hora... Y una cae en la cuenta que no hay personas más nobles, más simpáticas y más naturales. Una no quiere atiborrarse pero por más horas que pasen, una nunca tiene suficiente ni se siente empalagada porque las cosas fluyen a su ritmo, y una trata de dosificarse para que quede "para mañana", pero es casi imposible resistirse o contenerse.
Y lo demás ya ni importa, ni agobia ni preocupa.
Son ese tipo de personas que recargan de glucosa la carencia de crear, construir, vivir y disfrutar de manera sana. Y la carencia, de repente se torna en magia... y como dicen por ahí, ésta aparece cuanto más inesperada.