sábado, 6 de agosto de 2011

Quiero que sepas...

Yo no podría odiarte ni aunque se me fuese la cabeza un fugaz segundo y cayera en ese absurdo... Por allá cuando te conocí, yo estaba a punto de no creer en nada... y me encontraste, y yo a ti: ambas nos encontramos. Desde aquel día, hemos compartido tantas horas, tantos días que cualquiera que lo supiese, podría no creerlo. También hemos discutido mucho, y nos hemos dicho muchas palabras y no todas bonitas, pero nos hemos ido conociendo y hemos ido creciendo cada una en su rutina y a su manera. Yo dejé de sentirme sola... y tú, bueno, a ciencia cierta, sólo lo sabes tú.

Tu ausencia ha tomado otra dimensión desde que sé que ya no es urgente hablar conmigo, te siento muy lejos... Tras los primeros días de tristeza profunda por el temor a perderte en todos los sentidos, ya comienzo a aceptar que quizás quieras o debas marcharte para seguir avanzando en tu camino. Y a pesar de que me apena muchísimo, ya aprendí a afrontar las despedidas como lo que soy, una mujer adulta; te deseo lo mejor allá dónde vayas (porque es posible marcharse aunque una no se mueva del sitio), que todo lo que hemos compartido te haya llenado tanto o más que a mí y que lo lleves presente por si algún día te preguntas quien te podría escuchar sin juzgarte, comprenderte aún siendo completamente diferente a ti, y quererte sin condiciones.
He comenzado a guardar con mimo y mucho cariño nuestras noches, nuestras risas. Porque yo ya no creía en nada y apareciste en mi vida sin más, haciéndome recordar que la vida sorprende también para bien cuando una menos lo espera, que dos personas pueden ser iguales siendo totalmente distintas... y que hay quien puede ser tu pareja sólo siendo tu amiga (porque has sido más compañera de lo que lo fue cualquier novia que tuve). Nosotras teníamos y tenemos nuestro propio diccionario; lo nuestro, era y es sólo nuestro, algo entre tú y yo... sólo tú y yo.
Gracias por todo lo que me has ofrecido y regalado todos estos meses, todo tu tiempo, tanta dedicación y sinceridad, tantas risas, tantos pensamientos y tantas horas hablando y escribiendo. Aquí estaré siempre para ti, si es quieres contar conmigo.