
La Navidad ha venido a significar muchas cosas en mi vida… cuando era niña, era todo fiesta y jolgorio porque la familia al completo se reunía en casa de la abuela y disfrutaba bastante de ello. Lo que se dice ilusión por los regalos, no recuerdo haberla tenido porque mis hermanas mayores me contaron que los reyes eran los padres muy temprano, incluso antes de tiempo, así pues...
Después de unos años, vino una etapa de apatía: ya habían ausencias, no habían reuniones por ese motivo, y aunque algún día se iba a casa de alguien o venían a la nuestra, no era lo mismo: los hijos -mis primos y hermanas- mayores se iban de fiesta a la discoteca después de la cena o de las uvas, esperando el pistoletazo para salir por la puerta… ya no había ni tanta risa, ni tantas horas de alegría compartida con la familia al completo y a lo largo de cinco años, la Navidad se fue convirtiendo en algo decadente para mí.
Sin embargo, tras la muerte de mi padre -que le encantaba tanto la fecha- la Navidad ha vuelto a mutar a algo mágico, familiar, y bonito. Es un tipo de melancolía positiva, es la ternura hacia ese tiempo y esas sensaciones que hasta hace poco eran ajenas y ahora vuelvo a sentirlas como mías. Es algo contagioso… Cuando veo las luces en las calles, los árboles de navidad, los niños mirando maravillados e irradiando alegría e ilusión, también recuerdo a mi padre adornando la casa, y con la Navidad, el corazón siente que se recupera un poco ese tiempo pasado. Para mí lo triste sería no poder acordarme en el futuro de las cosas y detalles que me hacen feliz hoy.
Hay quien dice que estas fechas son consumistas, falsas, etc… Considero que estas fechas tan sólo son el reflejo de aquello que uno proyecta. Si uno hace regalos de corazón en Navidad y no por consumismo puro y duro, ¿por qué va a ser malo? (y aunque sea por lo segundo, ¿por qué ha de ser malo? No lo entiendo). Hay quien es falso e hipócrita todo el año y no se le remarca… pero hay a quien le jode ver disfrutar y ser feliz a los demás y trata de derribarlos porque no tiene la llave para acceder a esa alegría. Quien está amargado, amarga… ¡o lo intenta!. Este tipo de gente, son los Grinch de nuestros días.
Yo he tenido mucha suerte de conocer a personas para las que siempre es Navidad (buena gente, PERSONAS que son adorables todos -o casi todos- los días del año, independientemente de la época en la que se encuentren), y por el contrario, a algún que otro personaje que… ¿qué cabe esperar? Es así de simple; cada uno da lo que tiene y si solo tienes mierda, das sólo eso (pero incluso estos “personajes” son imprescindibles para haber llegado a valorar de la manera en que lo hago, a la gente que admiro y quiero… Como las Navidades tristes me sirvieron para valorar las que ahora brillan).
¡QUE TENGÁIS BUENAS FIESTAS!... y que seáis muy, muy felices!
(especialmente a ti, que eres ese duende que comparte conmigo la ilusión por todo lo bueno o precioso que ha de llegar).