A veces creo que las cosas más importantes en la vida son las que son imposibles de poseer, poseer en el concepto que se nos dio socialmente un día. Hoy podría aseguraros que no tengo nada y sin embargo esta semana he sentido que todo me sobraba, ¿qué es lo que había cambiado en siete días?... encontrar a una persona en la que me veía reflejada -y sin apenas conocerla-, con la que compartirlo casi todo, incluso las miles de palabras y que no tengo, que no son mías y que preferiría que no lo fueran si se diese el caso, incluso no querría quedármelas aunque pudiera; y no es porque no lo sienta o por no ser sincera (es porque te lo niegas). Es tan simple como que quiero vivir el momento que se me brinda sin correr más de la cuenta, sin preocupaciones, ni dramas ni miedos... ¡contigo!. Si crees que vas a poder parar todo esto a tu antojo y a tiempo, créeme; lo llevas claro... ¿aún no te das cuenta que esto no lleva riendas para ser controlado?. Quizás sólo seamos dos personas inconformistas que se asemejan mucho y se han encontrado en sus días de transición, que no quieren creer que la vida sólo sea lo vivido hasta el momento, que tienen la esperanza que la vida dé más de sí (yo siempre me desmarco y puede que sea por eso).
Hay veces que no hay motivos ni hay nada que comprender. Pues eso; mejor no digas cosas que no entiendes... y no me digas -ni me preguntes- esas mismas cosas, porque yo lo acepto tal y como viene, es muy especial siendo así... y yo prefiero no entenderlo. Saboréalo, digiérelo y aliméntate de ello... simplemente, disfrútalo mientras dure.
Así veo yo el cielo cuando te pienso... lleno de estrellas.
