martes, 1 de febrero de 2011

Quiero seguir mirando el cielo

Estaba decidida a salir de tu vida y en un momento, fue pensar en lo que me importa y no es que me eche atrás, es que no quiero salir de tu vida ni que tú salgas de la mía. Desde el primer día que nos encontramos, me dices y me repites que tenga los pies en la tierra, pero hoy es uno de esos días que no sólo tengo los pies, es que tengo las rodillas hincadas al suelo... pero me niego a tener que agachar la cabeza para mirarlo. Siempre que me has soltado eso, me dices que es para que, a cada paso que doy o damos, no se me olvide o se nos olvide ser realistas... pero ¿a qué realidad te refieres?: ¿la realidad donde cada vez me gustas más? ¿o la realidad donde se aferra mi negativa a que te vayas o de la que no quiero irme?. Todo es tan raro... tú aseguras que es complicado pero yo lo percibo más como algo inusual que no suele ocurrir cada día.

Y es que como te he dicho muchas veces, yo no tengo ni quiero tener dudas ni miedos infundados. Pero ayer cuando me planteaba esto y muchas más cosas y me daban esos escalofríos de "hueco" (esos pellizcos o nudos que se sienten cuando te das cuenta que algo que se llena lentamente y con mucho mimo durante días, se puede vaciar sin esfuerzo alguno en un segundo por alguna tontería), me entró un pánico tremendo. Y sentí terror al darme cuenta que eres capaz de afectarme de esa manera intensa y provocar tantas cosas -de todo tipo- en mi persona... ¡y en tiempo récord!: tan sólo en dos semanas. Porque las cosas como son: poniéndome en el peor de los casos, aunque tú y yo no lleguemos a nada, tú para mí ya eres alguien muy importante... y quiero que lo sigas siendo. Yo no sé a dónde nos llevará todo esto pero me basta con que hayas aparecido. Y cuando esta voz interior que nunca calla me lo viene repitiendo varios días, no dejo de alegrarme de la gran suerte que tengo de haber conocido a alguien como tú; de haberte conocido a ti.

Y me puedes picar o yo puedo malinterpretar alguna de tus frases, podemos enfadarnos o molestarnos... pero es llamarte y escuchar durante un segundo tu risa fugaz en una conversación de media hora y se me quita todo... porque soy capaz de respirar hondo y llenar mis pulmones, cuando la noche anterior apenas podía coger aire con la angustia del momento.
No es que no entienda lo que tratas de decirme y advertirme, es sólo que no quiero volver a sentir como hace años que la vida me asfixia porque se disfraza de imposible o de difícil. Ahora compréndeme tú a mí; no es que no quiera ser realista, es que con tu llegada por fin volvió a entrar aire fresco en mi vida... y en este momento, sólo quiero respirar.

Tengo los pies en el suelo, pero eso no significa que tenga que dejar de tener ilusiones ni dejar de mirar hacia arriba... Si un día de estos me pidieras una estrella, aún sabiendo con toda certeza que no hubiera ninguna, no te quepa duda que yo sería capaz de volcar el cielo con tal de buscar y encontrar siquiera una, la tuya. Pero de momento, a día de hoy me conformo con vislumbrar mi ilusión por ti desde lo lejos.