Es maravilloso haberte encontrado y ahora es imposible saber hasta que punto ese hecho va a cambiar mi vida. ¿Pero sabes? desde mis doce años tengo mi voz interior, a la única que permito desde aquel tiempo que opine de mí. Todos estos años ha sufrido las mismas evoluciones que mi persona, a veces ha sido una voz chillona, escandalosa y vital, otras ténue, débil, triste y llorosa entre muchos adjetivos más. Pero lo que jamás había pasado era que se callase sin más, como si todo estuviera en su sitio, como si todo estuviese bien tal y como está. Y es que es precioso hablar contigo... me siento en calma y se enmudece esa voz interior que siempre suele hablarme de todo lo que ocurre en mi vida; contigo está expectante, en blanco.
Y habiendo llegado a este punto, no pienso negarlo... no pienso mentirme porque la verdad sale siempre: eres importante para mí y quiero que lo sigas siendo. Estaba tan concienciada autoconvenciéndome que mi soledad era lo mejor que podía pasarme, y así era hasta que nos hemos encontrado. Y es cierto que me haces sentir insegura, y soy consciente del frío que hace fuera. Pero yo no voy a rendirme aunque tú para mí ahora mismo eres como una puerta con mil cerraduras... no me preocupa tener que encontrar con extrema paciencia y espera las claves o las llaves que me lleven a ti, como si he de inventármelas o fabricarlas. Por más difícil que esté o lo pongas, de una forma u otra, llegaré a ti tarde o temprano... es sólo una cuestión de tiempo, y yo aprendí a ser paciente.
Estas semanas ando borrando algunos sinsabores que tiñeron de gris mi corazón y estoy aprendiendo de nuevo a pintarlo de rojo. Sólo quiero... sentir lo que siento (no hay trampa ni segundas intenciones), me basta con que me hayas hecho sentirme de nuevo "así", sin necesidad de nada más que hablarte y saber de ti. No te pido nada, pero a ratos imagino que tú también me pintas -y te pintas- el corazón de rojo, y soy tan feliz que no puedo contenerme... ¡y te lo digo!.